Cerca a mis 30 años, y gracias al gran Dr. Klaus y su equipo de amigos míos, decidí contar sucesos e historias como forma de cerrar esta tercera década y empezar una nueva.
La silla número 6.
Cuando Sam vio que era imposible poder viajar por aire hacia la Gran Ciudad, supo que debía correr tan pronto como pudiera a la terminal de buses, puesto que el compromiso estaba hecho, la empresa lo esperaba para inciar labores un lunes en la tarde.
El domingo, próximo a partir, se acerca a la ventanilla de la empresa con la que casi siempre viajaba. Contra todo pronóstico, por razones de seguridad la empresa no tenía viajes programados fuera de la ciudad. Nuevamente, conformándose con la idea de quedarse con una vida de cemento y cal, urgido se acerca a otra taquilla:
—Buenas tardes, ¿tiene tiquetes para la Gran Ciudad? —preguntó Sam.
—Si señor, el bus saldrá dentro de media hora —respondió el señor detrás de la ventanilla.
—Perfecto, véndeme uno por favor.
—¿Qué número de silla desea? —preguntó el señor—Tengo disponible los puestos 2, 6 y 27.
En ese momento, Sam pudo haber hecho lo que siempre hace en sus momentos de premura: simplemente decir que cualquier silla estaría bien. Pero no, como nunca, decidió escoger el puesto 6. Ya había viajado antes en el 2 y le parecía algo incómodo, así que ante el peor de los casos, decidió que estar un poco mas atrás le permitiría ver mejor la tv, en caso de que pasaran una película que le entretuviera.
Algo ligeramente llamó su atención en la sala de espera: un peinado con tono rubio que le recordó a Agnes, el personaje de la película Mi Villano Favorito (Despicable me).
—Que graciosa —Pensó Sam.
Al momento de sentarse en su asiento, miró como Agnes se sentó en la silla 1. Sólo un pensamiento se le vino a la mente:
—¿Cómo es posible semejante vaina? —Gritó en su interior nuestro infortunado personaje—Pude practicar Inglés y conocerla, pero en vez de eso me toca conformarme con mi destino.
¿Destino? Con todas las paradojas que implica la existencia o no de este, Sam cedía ante él. No había sido su mejor año, posiblemente era el peor de todos. Su vacío existencial y ausencia de energías para buscar un sentido a algo de lo que hacía estaban en niveles extremos. Básicamente su actitud se resumió en una sola cosa: resignación.
Pero luego de mucho, escuchó su voz interior, se llenó de fuerza, cual Atlas dejando por un segundo de sostener su mundo, se acercó a Agnes con la pregunta mas tonta que pudo tener, tan tonta que no importa cuál fue, a diferencia de la respuesta que ella tuvo a esta: —No lo sé —Dijo Agnes admirada.
Luego de ese viaje, la aventura de Agnes siguió, ahora en otro punto de este mundo sabe que tiene el sentimiento de un alma como lo es Sam. En cuanto a este curioso personaje, quién no ha querido darme la cara y contarme mas detalles, sólo se que en una noche, no hace mucho, resumió lo vivido de esta manera:
El camino establecido se encuentra,
aunque oscuro, iluminado es con cada paso dado,
no sabemos que ha de venir
ni ver mas allá de nuestra luz,
inmersa en la obviedad de los ojos.
Pregunto entonces ahora:
¿El camino establecido se encuentra?
Es por eso el mérito de conocerte
porque fue de esas pocas veces
en las que pareciera que desafiante
sin mas espectador que el tiempo
fui en contra de lo que parece ya escrito,
buscando redimir la acción,
cambiar la silla seis,
por una historia de dos.
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Dancing through Time by HenryL |
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